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viernes, 30 de septiembre de 2011

Cantes de Compás

CANTES DE COMPÁS:

GRUPO I: cantes flamencos primitivos y básicos y sus derivados. "Cantes de compás"


Si hay que definir lo que es música flamenca, no hay mejor forma de hacerlo que escuchando sus cantes básicos. Junto con la carga melódica de los cantes libres, es el ritmo la esencia misma de este arte.

Siguiriyas, soleares, tangos, bulerías y alegrías tienen su origen en la fusión de culturas que el pueblo andaluz logra a través de su larga historia, si bien son los gitanos afincados en Andalucía sus principales artífices y difusores. Tomando la base rítmica o compás de estos estilos, los grandes maestros del flamenco a partir de mediados del siglo XIX fueron creando y agrandando las familias de cantes, enriqueciendo así el acervo cultural del flamenco.

Siguiriyas 
1.Siguiriya del “Planeta” 
2.Siguiriya del Marrurro
3.Siguiriya del Loco Mateo 
4.Siguiriya del Nitri 
5.Siguiriya de Manuel Molina 
6.Siguiriya de Silverio 
7.Siguiriya de “Manuel Torre” 
8.Cabal 
9.Toná por siguiriya
10.Liviana
11.Serrana 
12.Nana por siguiriya

Siguiriyas
“Un hombre sentado a la puerta de su casa, está cantando con la pechera de su camisa abierta mientras alza las manos y brazos hacia arriba clamando al cielo. A su lado, un guitarrista le acompaña tocando al triste son de las campanas de la iglesia. Un cortejo fúnebre acaba de salir de la casa del cantaor y se aleja por la calle.

Rompe el silencio el grito del hombre herido por su destino. Exclama los más profundos sentimientos, pura tragedia: la de ser un hombre capaz de sentir en su máxima intensidad el amor y desamor, la pérdida de un ser querido con el desgarro y estremecedor lamento de su cante. Allí va un cortejo fúnebre, ¿escuchas cómo le siguen los tristes lamentos, el abatido tañido de las campanadas, el rezo sordo de la siguiriya”

El origen etimológico de la palabra “siguiriya” se halla en la deformación fonética de “seguidilla” (de seguida), cante que hace su aparición histórica en los últimos años del siglo XVIII. Las principales comarcas cantaoras son Cádiz y los Puertos, Jerez de la Frontera y el barrio de Triana, en Sevilla. Las más conocidas son las gaditanas y las jerezanas, pues las trianeras, más arcaicas, han sido menos interpretadas y divulgadas.

El acompañamiento instrumental más adecuado al trágico escenario natural de la siguiriya es el de la guitarra. Lo hace de forma solemne y difícil compás, recordando en muchos pasajes musicales el doblar de campanas. Posiblemente, derivado de sus reminiscencias originarias de las antiguas tonás que las plañideras cantaban en los entierros. 

En la ejecución del Baile por siguiriyas se combinan pasos de punteado con desplantes de fuertes redobles incluyendo la escobilla en la parte media del baile. El paso fundamental consiste en un andar rítmico, con golpes secos, sonoros y cortados, avanzando y retrocediendo el bailaor sobre el mismo sitio. Pueden bailarla indistintamente hombres y mujeres.

Ritmo de las Siguiriyas
Melódicamente la siguiriya comienza con un quejido muy profundo y lastimero para entrar en los primeros tercios, algunos de ellos redoblados, culminar en el tercero, largo de métrica y música, y caer verticalmente en el cuarto, otra vez más corto. El ámbito es de 7ª (Sol2-Fa3).

El ritmo es producto de una combinación de compases binarios y ternarios, que origina un tiempo de cinco pulsos, dos largos y tres cortos. 
Cadencia andaluza transportada a La.
La estructura depende del texto. Habrá tantas secciones como versos se canten, y éstas se distinguen por el tipo de cadencia: semicadencia o conclusiva.
Todas las melodías están basadas en la ornamentación con melismas de dos notas: una que hace la función de tónica  y otra que tiene el puesto de dominante.

La composición literaria está estructurada sobre la métrica de la Seguidilla y el Terceto. Ambos son especialmente dramáticos, desgarrados, sombríos y desoladores, con letras tristes que reflejan la tragedia humana.

Considerado uno de los ritmos básicos del flamenco, la siguiriya toma su compás en la guitarra del cante del martinete (con el que amenizaban sus duros trabajos en las antiguas fraguas de forja de las regiones del sur de España) y de los golpes que los herreros daban con sus martillos sobre el hierro y el yunque. Como fueron numerosos los maestros
del cante, intérpretes y creadores del amplio abanico de siguiriyas y de los diferentes estilos que posteriormente surgieron siguiendo el mismo compás, sólo a modo de ejemplo de tal diversidad tratamos aquí algunos de los estilos más destacados

1. Siguiriya del “Planeta”

 Nacido en Cádiz, donde vivió entre los siglos XVIII y XIX, “El Planeta” está considerado como el cantaor más antiguo de cuantos reconocidos maestros del cante por siguiriyas figuran en la historia del flamenco.

Comparte junto con “El Fillo”, el honor de ser principal referente para los buscadores de las esencias flamencas que encaminan sus pasos por los más firmes caminos de nuestra cultura.

Su siguiriya denota un primitivismo que la sitúa más cercana a la “toná”, lo que nos hace creer en la todavía escasa evolución de su cante, respecto de la que alcanzaría posteriormente en voz de maestros creadores de estilo propio de las diversas siguiriyas que los aficionados del flamenco conocemos.

Cuentan los estudiosos del flamenco, que el seudónimo “Planeta” debió venirle por su afición poética, con frecuencia inspirada en los astros y fuerzas naturales. En este sentido, es bastante orientativa la letra de su siguiriya que dice:
“A la luna le pio,
 la que está en el alto cielo,
 que me saque a mi pare, de mi alma,
de donde está metió”


2. Siguiriya del Marrurro
Diego El Marrurro, cuyo nombre de pila era el de Diego López, nació y vivió en Jerez de la Frontera en el siglo XIX. Fue uno de los más importantes cantaores de su tiempo, creador de varios estilos como: Tonás, tangos, tientos, etc, pero se significó con sello muy especial por suiguiriyas.
Diego el Marruro ha pasado a la historia del cante flamenco como creador de una bellísima siguiriya.


3. Siguiriya del Loco Mateo

El Loco Mateo junto a su hermana la Loca Mateo, el guitarrista Paco de Lucena y la bailaora Josefita la Pitraca.

 El Loco Mateo a su vez conocido como Mateo El Jerezano, nació y vivió en Jerez de la Frontera en siglo XIX. Se cuenta que el sobrenombre o apelativo de loco le vendría por su inestable temperamento. De ilimitada afición fue un cantaor sobresaliente que ocupó un destacado puesto entre las grandes figuras de su tiempo.

Maestro de un amplio número de estilos, El Loco Mateo cantó muy bien por soleá, y de la aceleración final de todo un amplio recital de dicho palo, creó la bulería. Pero fue la semilla de sus profundas y desgarradoras siguiriyas, la que con más fuerza prendió entre sus numerosos seguidores.


4. Siguiriya del Nitri

“Suena el arrastre de sillas y mesas y se sientan los cabales a la espera. Un silencio de capilla se interrumpe cuando se rasguean cuerdas de guitarra.El “ay” profundo de la siguiriya del Nitri traspasa la piel de los presentes. Después, los tercios de la copla se van clavando hasta hacer profunda herida en los sentimientos.

Están contenidas todas las respiraciones porque es irrespetuoso distraer la atención de quien canta una copla de tal magnitud. Remata el cante el gitano, y los pulsos parados se desbocan para gritar: ¡Viva el maestro!”

Tomas Nitri Tomás de Vargas Suárez, “El Nitri”, nació en el Puerto de Santa María (Cádiz) en 1850. Poseedor de la primera llave de oro concedida a un intérprete de flamenco en el siglo XIX, fue uno de los más destacados maestros del cante por siguiriya. Su azarosa vida transcurrió por varias poblaciones de Cádiz, Sevilla y Málaga. Toma la escuela de cante de su tío “El Fillo”, canta sólo en reuniones de amigos, y siempre en ausencia de cantaores que puedan copiarle los diferentes estilos de su amplio repertorio, a los que incorpora aquellos que él mismo crea, entre otros, la “siguiriya de Tomás El Nitri”, que tal vez como compendio de lo que aprendiera de su tío dejó sellada con su propio nombre.

Existen controversias respecto de lo justo o no de que le otorgaran la primera Llave de Oro del Cante un grupo de señoritos andaluces amigos suyos, sin haber establecido previamente un concurso dando oportunidad de participación a otros excelentes maestros de la época.

5. Siguiriya de Manuel Molina

“El patio jerezano de la casa de Manuel Molina bulle entre saludos y atenciones a cuantos artistas invitados van llegando.

Un perrillo blanco, capricho de los Molina, cruza de acá para allá el amplio espacio ajardinado meneando su rabillo. En torno a la mesa, ya dispuesta con viandas y buen vino, todos van tomando asiento. Los tocaores afinan las cuerdas de las guitarras y el duelo de buen cante está servido. Una y otra voz, a cual más sonora y ferviente, hiere por soleás y siguiriyas. Pero se arranca Molina, y con una siguiriya corta de tres versos solamente, remata la fiesta, y mudos allí
quedan los presentes”.

Manuel Molina, conocido en los medios flamencos de Jerez, su tierra natal, como “Curro Molina”, fue otro gran “siguiriyero” del siglo XIX, contemporáneo de Enrique “El Mellizo”, con quien convivió artísticamente. 

En algunos cantes de este maestro se aprecia la influencia ejercida en él por El Mellizo y en otros se recibe el aire de los cantes de Triana.

Al Señor Manuel Molina, que así le llamaban todos los cantaores de su época, a los que frecuentemente contrataba para sus particulares reuniones flamencas en su propia casa de Jerez de la Frontera, en la segunda mitad del siglo XIX, le gustaba, como eje central de estas veladas, sorprender a los artistas invitados con variados cantes de su propio sello.

Él los interpretaba con tesitura de tenor, provocando especial admiración con la copla corta de tres versos que se conoce como “siguiriya de Manuel Molina”, desde que por primera vez la cantara y quedara grabada en la memoria de sus primeros oyentes, que se impusieron el reto de imitarle en sus actuaciones y fueron transmitiendo de forma oral a
nuevas generaciones de cantaores el cante que hasta nuestros días llegó de tan singular maestro.

 Las siguiriyas de Manuel Molina se conocen actualmente por medio de las versiones que de ellas hicieron Antonio Chacón, Manuel Torre, Pastora Pavón...Se le atribuyen, entre otras las siguiriyas siguientes: 

6. Siguiriya de Silverio
“Está cantando Silverio, y el yunque cruje bajo las débiles luces que iluminan el colmao. Cadanoche, el Café de Silverio se llena de buenos aficionados que le siguen y viajan hasta Sevillapara verlo.

Es Silverio cantaor de mucha talla, y no por el volumen de su cuerpo, sino por el poder que tiene su garganta y el saber que guarda en su cabeza”.


silverio Silverio Franconetti y Aguilar (Sevilla, 10 de junio de 1831 - Sevilla, 30 de mayo de 1889)
La siguiriya era un cante libre que se separó de la toná, madre de numerosos cantes, para tomar el ritmo musical de la seguidilla castellana haciéndolo más lento, propio de los arrebatos líricos del gitano. Apareció con nombre propio en el siglo XVIII y acogió gran número de cantes, hasta entonces libres de ritmo, bajo el título genérico de siguiriyas,
proclamándose como uno de los ritmos básicos del flamenco.

Sus letras expresan desengaños amorosos, muertes, desesperación de vivir o mala suerte. Todo bajo la más pura confesión gitana. El arte flamenco goza de excelentes maestros del cante a lo largo del siglo XIX, pero fue Silverio Franconetti quien marcó la pauta a seguir en el último tercio del siglo por su diversidad creativa de nuevos estilos y su
excelente forma de interpretarlos. Tanto es así que dio un nuevo y largo impulso a la siguiriya.


7. Siguiriya de “Manuel Torre”

“¡Que pena de Manuel Torre, un cantaor tan genial que pobre se morirá, ganando para estarrico!

A lomos de su borrico, a él le gusta caminar, y a los galgos que van detrás los cuida con mucho esmero porque con ellos apuesta en carreras su dinero. Excéntrico personaje al que aguanta la afición a veces la noche entera hasta hallar la inspiración, para que el cante le hiera o le alegre el corazón”.

 Manuel Soto Loreto (Manuel Torre), nació en Jerez de la Frontera, el día 5 de diciembre de 1878 y murió en Sevilla, el 22 de julio de 1933. Hijo de Juan Soto Montero (de Algeciras), cantaor también, en un principio se llamó artísticamente “Niño de Jerez”.

Fue en los últimos años de su vida cuando se hizo popular el seudónimo “Torre”, que heredó de su padre. Actuó por primera vez en el Café Vera Cruz de Jerez cuando era prácticamente un niño, muy joven se marcha a Sevilla, donde pasa la mayor parte de su vida.

Dejaron dicho de él los que le conocieron personalmente, que su inestable carácter tenía mucha similitud con el de los grandes toreros, a los que había que seguir muchas jornadas para conseguir de ellos la mejor tarde de toros; pero que todo esfuerzo y paciencia daban por bien empleados con la recompensa que el derroche de arte en una buena faena
les aportaba.

Con estas credenciales Manuel Torre se erigió en figura mítica del cante, creador de varios estilos y muy especialmente de la “siguiriya de Manuel Torre”, que como síntesis de cuantas existieron hasta finales del siglo XIX, él interpretó y recreó a lo largo del primer tercio del siglo XX.

Grabó en discos algo más de una veintena de cantes. Actuó en muchas poblaciones de Andalucía, en Madrid y Barcelona, pero su escaso interés por el dinero y su desmesurada afición por la cría de galgos hicieron que,
al sorprenderle la muerte a los 55 años, no tuviera ni para pagar su entierro.

Creador de otros estilos, como los campanilleros, la farruca y el taranto de Levante, nos canta su siguiriya con arte y voz flamenca:


8. Cabal
El cante por “cabales” sirvió de cambio en unos casos a la siguiriya y en otros de cierre a la serrana. Se citan dos o tres tipos que, como cante independiente, cultivaron en el siglo XIX los más destacados maestros “siguiriyeros”. Su expresión literaria va muy en consonancia con su denominación, “cabal”, cosa propia de las gentes de aquellos tiempos en
que bastaba una sola palabra como sentencia o promesa.

Responde al compás alterno de la siguiriya, que es producto de una combinación de compases binarios y ternarios. Da como resultado un ritmo de cinco pulsos, dos largos y tres cortos: 6/8, compás binario de subdivisión ternaria y 3/4, compás ternario de subdivisión binaria.

La métrica literaria en cuartetas y tercetos.
Sus letras aseveran la voluntad inequívoca de cumplir la palabra
dada, tanto en el amor, algo tan serio y profundo, como en los tratos comerciales.


9. Toná por siguiriya

De agradable melodía, la “toná-siguiriya” es un cante muy apropiado para acompañar el baile, ya que goza de la misma combinación de compases binarios y ternarios de las siguiriyas.


10. Liviana
“Apunta el sol entre tibias nubes del amanecer, y largas hileras de rebaños de corderos se suceden por el camino que va a la sierra. Los pastores azuzan a los perros con sus silbidos para que encarrilen a las ovejas que se salen de las filas. A su paso, las jóvenes madroñeras les saludan con insinuantes miradas. La luz del día va en aumento y los madrugadores ruiseñores corean las preciosas coplas de livianas que, con románticas letras, intercambian mensajes de amor, pastores
y madroñeras:
Verdean las espigas de montunas hierbecillas
junto a los capullos en flor de 
matas silvestres;
que la suave brisa mañanera mece
y en su bello ondular parece,
 que están bailando liviana.

La “liviana” aparece con nombre propio avanzado el siglo XIX. Su origen hay que buscarlo en las seguidillas castellanas, de cuyas letras se ha servido. Sus letras expresan cosas del campo en general. Está en la línea melódica de la serrana y emparentada con los cantes de trilla y temporeras. Su ritmo es una derivación de la siguiriya, a la que sirvió se cierre en otros tiempos, antes de hacer de introductora de la serrana.

Desde Juanelo, su más fiel cultivador, hasta Pepe “el de la Matrona” y los grandes maestros, Silverio, “El Nitri”, “El Portugués” y Antonio Silva, cantaron por livianas.

El término procede de “liviano”, y hace referencia a que, ausente de dramatismo, es el más suave de los estilos que forman el grupo al que pertenece.
Base rítmica de siguiriya y métrica de Seguidilla.
Sus letras son desenfadadas e intrascendentes en la mayoría de los casos, porque se refieren a la cotidianeidad del pastoreo y otras labores campesinas, con frecuentes alusiones a los escarceos amorosos entre pastores y madroñeras.


11. Serrana
“Por la sierra escarpada baja una cuadrilla de bandoleros. A lo lejos se divisa un coche de caballos escoltado por uniformados guardias. Los salteadores se ocultan tras los matorrales y peñascos para dar el asalto a la diligencia. ¡Buen botín!
Comienza a amanecer. En el quicio de la puerta espera impaciente la serrana a su enamorado José María “El  Tempranillo”, que al galope se acerca por el camino que circunda la ladera del monte. Se funden en un abrazo, y tras entregarle parte del botín, montan ambos a caballo para cabalgar juntos hacia el pueblo y socorrer a las gentes más humildes”


Posiblemente partiendo de antiguas serranillas, entre los siglos XVIII y XIX, en las serranías castellanas, extremeñas y andaluzas apareció un cante popular conocido por “serrana”. Tiene aire desconsolado, y la repetición de la copla en sus seis fragmentos va acompañada por un estribillo.

Sus letras hablan de madroños, ovejas, pastores, lobos y contrabandistas. Este cante alcanza garra flamenca al ser interpretado por maestros de la talla de Silverio Franconetti, Fernando “El Herrero”, Antonio Silva “El Portugués” y Antonio Renjel, que lo ajustaron al compás de la siguiriya para ser acompañado por la guitarra. Las localidades más
destacadas en el cultivo de este cante fueron Ronda, Córdoba y Huelva. Tal y como se canta hoy la serrana, no hay duda de que es un cante grande.

El término de Serrana procede de “serrano”, perteneciente a las sierras o serranías, o a sus moradores. En los siglos XIV y XV estuvieron de moda en España las serranillas, composición lírica de tema rústico en versos cortos que expresaban casi siempre motivos villanescos y amorosos.

Tiene la base rítmica de la siguiriya, que es el producto de una combinación de compases binarios y ternarios, que origina un ritmo de cinco pulsos, dos largos y tres cortos: 6/8, compás binario de subdivisión ternaria y 3/4, compás ternario de subdivisión binaria.

Métrica en cuartetas y tercetos. La temática de sus letras es de muy clara inclinación serreña, con alusiones a los pastores, el ganado, los temidos lobos, los contrabandistas y con especial admiración a los bandoleros que repartían sus botines entre las gentes más humildes de su ámbito de actuación.

Ricardo Molina dejó escrito que "la serrana es la ventanilla de una diligencia andaluza en el siglo XIX" bella y fotográfica expresión la realizada por el poeta cordobés para definir este cante. 

He aquí algunos ejemplos de letras del cante por serranas. En primer lugar haciendo referencia a los bandoleros de la sierra andaluza, aunque aquí no se corresponda con la zona rondeña: 


Y otra letra muy conocida, cuya creación se atribuye a Silverio Franconetti, referida esta vez al tema pastoril, con terceto femenino: 


Finalmente, otra letra popularizada por Silverio: 

12. Nana por siguiriya

Fusión de dos estilos, la nana, canción de cuna, de la voz latina nanna o de la repetición de la onomatopeya “na-na” en el ámbito infantil, y la siguiriya, seguidilla o copla seguida.

Desde muy antiguo la fusión del cante payo con el gitano dio excelentes frutos. La siguiriya, uno de los principales ritmos del flamenco, se fraguó (nunca mejor dicho) cuando la guitarra acomodó ..sin perder el espíritu del martinete-- el compás de los golpes de martillo que marcaban los antiguos herreros sobre el hierro y el yunque a la métrica de la seguidilla castellana, que por su bien estructurada composición poética, se ajusta mejor al ritmo. La “nana por siguiriya” es una adaptación flamenca reciente, creación personal de Felipe Lara, y tiene un doble sentido reivindicativo: por un lado, como nuevo aporte musical, ampliando así el abanico de estilos; por otro, con el mensaje social que aporta su letra, al
denunciar el abandono que se hace de los menores en el mundo.




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