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viernes, 30 de septiembre de 2011

Cantes artesanales "la toná, el martinete, la carcelera, la debla "


Cantes artesanales "la toná, el martinete, la carcelera, la debla "



Si en el campo son interpretadas canciones para soportar las largas horas de trabajo, en los pueblos surgen de igual manera cantes que acompañan la labor de un artesano, un herrero… 

Los cantes artesanales como la toná, el martinete, la carcelera, la debla o la saeta, son de creación gitana, aunque ello no impide que, como cualquier otra modalidad flamenca, puedan y sean interpretados por payos..(sin amino de ofender)

La denuncia resignada de la injusticia, la rudeza del trabajo, la penosa huida de la persecución, el dolor del encarcelamiento y la angustiada impotencia por el prendimiento y muerte de Jesucristo crucificado, son los principales motivos expresados en sus letras. Sus composiciones poético-literarias han sido la base para la creación de numerosos estilos.

Tonás
1. Toná chica:

“Al pie de un cauce de un río, sentados sobre piedras, un grupo de hombres gitanos hace cestos de mimbre. Al tiempo, cantan tonás para echar fuera las penas de su incierto destino. Una tartana con familiares se acerca por el camino para unirse a ellos. La calurosa tarde del verano aparca la caravana de tartanas de los cesteros andarríos a la sombra que ofrece el ojo del puente de un río sin caudal.
Cantan las ranas, y las chicharras y pajarillos de la ribera rompen la pegajosa monotonía de la siesta. Protegidas por el techo del puente, las gitanas preparan la comida en un caldero de cobre mientras los cesteros tensan las varas de mimbre. Las ropas puestas a secar cuelgan de unos alambres y los chiquillos corretean, alegres, alrededor de sus madres”.

El origen etimológico de toná viene de la palabra castellana tonada y de la latina tonus que significa “acento..
Literal y musicalmente es el patrón flamenco más rico de cuantos existen, origen de uno de los grupos más numerosos del cante.
En él están presentes los sonidos propios del trabajo que realizan los cesteros andarríos.
Tan rico es el mundo musical de la toná que más de una treintena de ellas han sido selladas con el nombre de su autor antes y después de dar origen a otros estilos.
Al ser un cante primitivo sin acompañamiento instrumental, sus melodías son modales y muy melismáticas. El ámbito es de 5ª (Sol2-Re2).
El tempo es ad libitum y libero. Cadencia andaluza transportada a La.
Acordes tonales y bitonalidad (La y Si).
En el caso del fragmento elegido, se definen claramente tres semifrases: la primera descansa sobre Do, la segunda sobre Sol y la tercera sobre la tónica La. Mientras que las dos primeras son tonales, la tercera se desarrolla en un ambiente modal.
La toná, muy lejana en el tiempo, se formó en cuartetas octosilábicas de restos de canciones diseminadas por la geografía del folclore español, con muy marcadas huellas de las diferentes culturas asentadas a través de los siglos.







2. Toná grande
“A orillas del río una familia gitana busca juncos de mimbre para hacer cestos con los que ganarse el pan.
Unos payos les roban la tartana, y salen corriendo tras ellos con gesto desesperado, reclamándoles lo que es su humilde hogar.
El gitano responsable del grupo, con dolor y pena por los suyos, desahogándose por la tremenda impotencia que la injusta situación le provoca, abre los brazos mirando al cielo y canta con desgarro la profunda toná grande”.


Casi está en el olvido la “toná grande”. Desde su último mantenedor y excelente maestro, Tomás Pavón, pocos intérpretes cultivaron este cante, que se hace notar por sus largos y profundos tercios. Puesto de moda el martinete por su atrayente forma de acompañamiento con el martillo sobre el yunque, acaparó el amplio grupo de tonás haciéndose llamar toná grande o martinete. Realmente la diferencia entre toná grande y martinete, tal como se nos presenta hoy, es mínima, pero los tratamos por separado ya que uno está hecho en la fragua, al compás de los duros trabajos de la forja, y la otra al aire libre, andando por los caminos. Entre sus mejores cultivadores están “El Planeta”, “El Fillo”, Tomás “El Nitri”, Antonio Chacón, Enrique “El Mellizo”, Manuel Torre y Tomás Pavón.

Toná grande: del latín tonus, que significa “acento”, y del castellano tonada, copla popular que se canta tradicionalmente en las regiones de Andalucía y Extremadura desde tiempo inmemorial. El adjetivo “grande”
obedece al dramatismo y profundidad de los tercios de su cante. 

Ritmo libre. Se canta sin acompañamiento musical. Su métrica literaria está encuadrada en la cuarteta octosilábica. Al formarse en el inicio de su existencia de otras composiciones poéticas: romances, canciones palaciegas y folklore popular del pueblo, tiene muy marcadas huellas de las diferentes culturas asentadas a través de los siglos en España. Es por tanto muy variada su temática aunque, por haber sido los gitanos sus más fieles mantenedores, las letras expresan sobre todo sus  múltiples avatares y desdichas.


3. Toná corta de cierre

 “En la Audiencia de Sevilla, ante numerosas personas, un gitano al que han robado y ultrajado pide al juez amparo para encausar a los malhechores. El obligado relato de los hechos concluye con la afirmación que encierran estas palabras que componen la toná corta: Y si no es verdá lo que digo, que Dios me mande un castigo, si me lo quiere mandá”.


La “toná corta”, “de cierre o remate” que se llama también así por ser con la que normalmente se concluye todo un recital de tonás de cuatro versos (debla, martinete, carcelera, toná chica, toná grande, etc.), está compuesta sólo de tres versos, como si por su brevedad poética el cantaor estuviese anunciando el final de su actuación.

Sin embargo, como ocurre con la siguiriya y la soleá cortas -ambas de tres versos-, la fuerza expresiva y musicalidad de la toná corta no son nada desdeñables, y tiene bien merecido el título de cante independiente.

Es más, por lo general suele ocurrir que en las tres modalidades citadas los cantaores -como en la ópera los buenos tenores- echen el resto de sus facultades alcanzando tonalidades cercanas al Do de pecho.

Toná corta. Tiene el mismo origen que todo el amplio grupo de tonás al que pertenece. El calificativo de “corta” se refiere a su brevedad literaria, pues es una copla de tres versos, lo que no le resta importancia a su valor dramático-musical y expresivo lirismo.
Ritmo libre, se canta sin acompañamiento musical. 
Su métrica literaria está encuadrada en el terceto. Sigue la temática común de su grupo, pero es algo más retadora en su expresión por la necesidad de síntesis a que le obligan sus sólo tres versos.




Variantes de las tonás
Parece bastante evidente que la vieja toná sirvió de paradigma a prácticamente todos los estilos de cantes posteriores a su nacimiento cuya métrica es de cuatro versos octosílabos. Incluso la llamada “corta” o “de cierre” conduce a pensar que fuera el germen de la solearíya y de las soleares de tres versos.
De manera más directa y cercana en el tiempo de su aparición histórica, sí se puede afirmar que además de las numerosas tonás que con tal denominación existen, y que en muchos casos llevan aparejado el nombre de su creador, las que aquí tratamos se encuentran entre las de mayor representatividad.


1. Martinete

“En una fragua forjadora de metales un herrero forjador da forma con su martillo al hierro candente que contundentemente golpea con la maza su compañero. Atizando el fuego, un aprendiz abre y cierra el fuelle para poner al rojo vivo el nuevo lingote de hierro que ha de ser moldeado. Mientras, otros trabajadores hacen labores de terminación: taladrando, remachando, limando, etc.…

En la confluencia de la puerta de entrada y la que da a un corralón, suspendido por un largo gancho que cuelga del techo, un botijo mantiene fresca el agua que sacia el calor que Vulcano inflige a los herreros.
Fustiga el yunque con el martillo y el cíclico repiqueteo de hierro contra hierro acompaña el centellear del fuego. El calor abrasador se dispersa por la herrería con los golpes de aire que da el fuelle. Salen corriendo chispas del yunque y se dispersan azarosamente. Allí suena una taladradora, al poco una remachadora o el limado de hierros y, de cuando en cuando, desde la resignada dureza del trabajo, enjuga su sudor el herrero con un martinete”.

El origen etimológico de “martinete” se encuentra en el martillo pilón, pieza de la fragua que golpea los lingotes metálicos en el yunque para darles forma y que tiene el sobrenombre de martinete.

El marcado ritmo del martillo sobre el yunque acompaña el cante del martinete.
Las melodías del martinete se desarrollan marcadas por el ritmo de los golpes de martillo sobre el yunque, iniciándose el recitado de varias coplas con la salida o preparación, “traan, traaan, traaran”, que da impulso al cantaor para acometer con decisión y fuerza su cante.
El ámbito es de 6ª (La2-Fa2).
El tempo está marcado por el repicar del martillo sobre el yunque.
Aunque no tiene un ritmo definido, en ocasiones se interpreta sobre la base del compás de la siguiriya..
En el caso del fragmento elegido, se definen claramente dos semifrases:

• La primera, modal, dibuja la línea melódica entre las notas Mi (dominante) y La (tónica).
• La segunda, claramente tonal, se desarrolla entre las notas Re y La.
La métrica literaria del martinete es la misma de la toná: cuarteta octosilábica, si bien los versos pueden tener ocasionalmente nueve sílabas.





2. Carcelera
“Gitanos en caravana van por un largo camino entre campos de cereales. Tras ellos varias parejas de guardias civiles profieren amenazas orientas a la aceleración de su marcha, que se hace más penosa para los que caminan amarrados con cordeles entre los caballos de la benemérita. No hay duda, les llevan presos para ser internados y torturados en la cárcel. Sin duda alguna es uno de los escenarios naturales más tristes del flamenco.

Errabundos, andarines, caminantes, peregrinos. Un grupo de gitanos en caravana, asidos por las manos, cruza los pastos secos de lo que fue un campo de cereales. Tras ellos, los jacos de dos 
parejas de guardias civiles levantan una velada y reseca polvareda que envuelve a la comitiva.

Las voces autoritarias, recias y fustigantes, los relinchos, el marcado golpeteo de los cascos de los caballos y el restallido de látigos, acallan sin clemencia los lamentos resignados de los reos”.

El origen etimológico de “carcelera” se encuentra en la palabra latina carcerarius (de carcer,- eris): cárcel, prisión, carcelero, carcelario. La carcelera es un grito de libertad, por ello no tiene la cárcel como único escenario para su creación e interpretación.

Lo que motiva la composición de la desgarrada melodía de la carcelera es la denuncia de falta de libertad, tanto por el internamiento de los gitanos nómadas en centros penitenciarios, como por la restringida acción de movimientos que muchas veces se les impone. Sólo el cante expresado con profundo dolor y rabia les libera en parte de la impotencia e
injusticia sufrida. El restallido de los látigos y la agotadora marcha hacia la cárcel acompañan el cante de la carcelera.

Melódicamente la carcelera se caracteriza por su expresión desgarradora.
El ámbito es de 9ª (Mi2-Fa3).
El tempo es ad libitum y libero. Cadencia andaluza transportada a La. Acordes tonales (La Mayor).
La forma musical viene conformada por los distintos versos. Hay tantas frases musicales como versos son entonados.
El fragmento elegido corresponde a los dos últimos versos de la cuarteta.
En ambos, si bien las melodías están conformadas sobre una armonía tonal, el ambiente de las mismas está más enraizado con un ambiente modal:
• Primera frase: Ornamentación de Mi.
• Segunda frase: Cadencia melódica entre las notas Re y La (tónica). Esta frase, además, guarda muchísima similitud
con el final del cante del martinete.
La métrica de su composición literaria es la cuarteta octosilábica.
Tanto en la carcelera como en la toná, predomina el espíritu común de ansia de libertad, que, pese a su vida errante, nunca disfrutó el pueblo gitano.




3. Debla
“Mediodía en la cárcel de Utrera. En el patio hacen labores de limpieza los presos bajo la atenta mirada de varios guardianes armados, que vigilan sus movimientos apoyados en las barandillas del corredor de la primera planta.

Las rejas del postiguillo del calabozo oscuro, número 25, dejan escapar al aire lamentos resignados del gitano Blas, que al no entender el origen ni razón de su desgracia, expresa con desgarro su queja en un cante que sólo le sirve de desahogo, pero de nada para su salvación.

Un grito lejano, casi consumido, recorre la fría soledad de la galería ahogando el chirriar oxidado de las bisagras y cerrojos de las puertas de los calabozos. Pasado el tiempo se escucha el golpear de los guardias en las rejas de los postiguillos de las celdas y resuenan sus voces amenazantes. ¡Otra vez!, de nuevo el lamento del gitano Blas que increpa a su suerte desde la oscura e injusta clausura que sufre”.

No falta quien cree que su origen etimológico le puede venir del caló debla, “diosa”. Otros, que pudo formarse de la palabra “de-blá” o “de Blas”, en honor de un cantaor gitano al que se le atribuye la creación de una desgarradora copla que provocó especial interés en la afición flamenca. 

Cante libre sin acompañamiento instrumental.
Los ricos ornamentos melismáticos del cante de la debla sitúan a este estilo flamenco como uno de los más expresivos de creación personal de cuantos, tomando la cuadratura musical y espíritu de la toná, se  interpretan sin acompañamiento instrumental.
El ámbito es de 9ª (mi2-fa3).
El tempo es ad libitum y libero. Cadencia andaluza transportada a La. Acordes tonales (La Mayor).
La forma musical viene conformada por los distintos versos, por lo que hay tantas frases musicales como versos son entonados.
El fragmento elegido corresponde a los dos últimos versos de la cuarteta. En ambos, si bien las melodías están estructuradas sobre una armonía tonal, el ambiente de las mismas está más enraizado con un ambiente modal:

Primera frase: Ornamentación de Mi. Segunda frase: Cadencia melódica entre las notas Re y La (tónica).
Esta frase, además, guarda muchísima similitud con el final del cante del martinete.
La métrica literaria es la cuarteta octosilábica. La temática, bien definida en sus letras, es un claro exponente de la tragedia humana y, muy especialmente, la de la población gitana.





Documentalistas

 Documentalistas: Libro los palos del flamenco


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